El ciclo vital. El hecho del nacimiento no tiene trascendencia social para el recién nacido; únicamente sirve para estrechar lazos de unión entre la familia y los vecinos que se preocupen por la madre que ha dado a luz. El primer paso importante en el proceso de socialización de un individuo es el bautismos requisito indispensable para una futura integración dentro de la comunidad. L consecuencias sociales que se desprenden del bautismo no afectan en este momento al recién nacidos sino más bien a sus familiares. El bautizo de un hijo amplía las relaciones familiares a los padrinos, los cuales, si se trata del primer hijo, suelen ser los mismos de la boda. El sentido de purificación judío perdura en la comunidad, de ahí que la madre no está presente en el bautizo de su hijo, pues no irá a la Iglesia hasta que haya pasado un mes desde el alumbramiento. Las continuas felicitaciones que recibe ese día la madre, por parte de las mujeres sobre todo, que pueden responder a mera curiosidad por ver el niño o al deseo de felicidad para la madre, son un exponente claro de la importancia social que tiene la incorporación de un nuevo miembro a la comunidad. La ritualización litúrgica del bautismo es la tradicional y obedece a la concepción religiosa que ya veremos más adelante. La primera comunión tiene un significado de fiesta familiar, con la carga económica que lleva consigo, pero tiene poca trascendencia a nivel socia El proceso de socialización propiamente dicho comienza muy temprano. A los diez años se diferencia ya el comportamiento entre los muchachos y las muchachas de una forma radical; a esta edad, el muchacho participa en las faenas del campo, le gusta ir con su padre al campo, coger una "zada" y simular que ya sabe cavar; la niña, por el contrario, le gusta lavar con su madre. Estos hechos sirven de indicadores de los roles sociales que rigen la comunidad, y en la asimilación de estos roles se esfuerzan tanto los hijos como los padres. A los quince o dieciséis años el joven ya realiza trabajos importantes, tiene fuerza y capacidad para arar, abonara, regar; el hecho de que el padre le confíe el trabajo de sembrar, trigo o centeno se entiende, constituye el paso definitivo para ser considerado como una persona adulta; a partir de este momento, puede suplir a su padre en cualquier tarea familiar e incluso comunitaria, hacendera o concejo. La capacidad para estas tareas sitúa al joven en la categoría de "mozo", cuyos comportamientos serán total mente diferentes a los de la etapa anterior. A partir de ahora se colocará siempre que vaya a la iglesia en el coros, entrará en el bar y podrá jugar la partida, saldrá de fiesta a otros pueblos, podrá "echarse novia" ... La joven que lava la ropa delante de otras mujeres y que sabe hacer la comida sustituye a su madre en el cuidado del hogar y de los hermanos pequeños siempre que falte aquella por estar trabajando en el campo o por cualquier otro motivo. La separación entre el comportamiento masculino y femenino, existente desde los diez años, se hace más acentuado en esta fase de desarrollo. La libertad que experimenta el chaval" al convertirse en mozo se vuelve cuidado y sujeción por parte de la familia respecto a la joven. Los hermanos mayores se encargaran de protegerla en el baile y en las demás relaciones que mantenga con los mozos. La confianza que tienen los padres en sus hijos mayores sobre este aspecto lo prueban frases como éstas: "Tú vas a la fiesta (dice un padre, refiriéndose a su hija), si va tu hermano". El celo con que los hermanos se han preocupado por sus hermanas obedece al valor supremo que representa para la comunidad la conservación de la honra femenina, referida a lo sexual principalmente. La pérdida de esta honra repercute en toda la familia, cosa que no pueden tolerar los padres. La honra familiar se ha de defender por encima de todo. El noviazgo constituye uno de los acontecimientos de la vida más condicionados socialmente. El comportamiento durante el tiempo de noviazgo ha estado sometido a unos patrones bastante rigurosos; las relaciones entre la pareja solían comenzar en el baile, que hasta hace pocos años existía todos los domingos en el pueblo. Las relaciones posteriores se velan sometidas a constante vigilancia, de ahí que el contacto abierto no existiese entre los novios. Estos paseaban por las afueras del pueblos donde se viesen libres del acoso de los demás, los cuales veían en cualquier contacto amoroso un acto vituperable. La entrada en quintas del joven rompe las relaciones de noviazgo duran te un tiempos pero una vez pasada la mili se reanudan de nuevo y con características diferentes. Es en este momento cuando se considera al joven con madurez suficiente para formar una nueva familias de ahí que el noviazgo no se tome ya como pasatiempo, sino con vistas a un futuro matrimonio. La chica continúa sujeta a la casa paterna y su libertad es escasa, casi igual que cuando tenía diecisiete años. En todo el proceso previo al matrimonio es el joven el que debe llevar toda la iniciativas la capacidad de conquista por parte del joven es aplaudida por la comunidad. Mientras tanto, la chica ha de actuar pasivamente; la sujeción a que se ve sometida la joven por parte de su familia trae como consecuencia el hecho institucionalizado del "cortejo", el novio en cuanto se va haciendo de noche acompaña a su novia hasta la puerta de casa y allí permanecen hablando durante largo rato, a veces durante horas. Este comportamiento da tranquilidad a los padres de la chica pues saben que allí cerca de ellos no le pasará nada a su hija. Un paso decisivo en el noviazgo y que anuncia un próximo matrimonio es la "pedida" de la novia. Es este un acto ritualizado y de gran transcendencia social, tanto para los novios como para sus familiares. El acto de la "pedida" teóricamente significa el acuerdo entre las dos familias para que sus hijos se casen, pero las consecuencias van mucho mas allá del simple consentimiento. El aceptar este acuerdo significa un aprecio mutuo entre ambas familias, aún en el caso en que sus relaciones anteriores no hubiesen sido favorables. Este acto produce a veces relaciones tan íntimas como las establecidas por el parentesco. El ritual ha variado notoriamente en los últimos años, pero aún sigue vigentes muchas pautas comportamentales. El acto de la pedida se realiza en absoluto secreto de cara a la comunidad. El motivo reside en la repercusión negativa que supondría de cara a la comunidad el hecho de que el matrimonio no se llegase a celebrar por cualquier motivo. El abandono de una de las partes después del consentimiento mutuo el día de la "pedida" significa una humillación muy grande para la otra parte, que no perdonará fácilmente. Hace algunos años, el padre del novio acompañaba a su hijo a casa de E novia (iban de noches con el fin de guardar el secreto mencionado), donde ] familia de esta los invitaba a cenar. El acuerdo fundamental residía en la dote que el novio debía pagar al padre de la novia por llevarse a su hija. Esta dote variaba según las posesiones que tuviese la familia del novio. h pues, un acuerdo económico entre ambas familias. Para sellar el pactos el padre del novio llevaba un barril (de paja) de vino, que bebían allí mismo. a ritual terminaba con las palabras del novio al padre de la novia: "Yo a lo que vengo vengo, si usted me da su hija, yo seré su yerno". Actualmente el ritual se reduce a una cena como primer contacto entre las familias y viene a simbolizar un acuerdo mutuo para que sus hijos hagan lo que crean más conveniente. A la "pedida" siguen
los "proclamos". Durante tres domingos consecutivos el curas nada más
terminar la misa o la homilía, anuncia a toda la comunidad el próximo
matrimonio. Previamente al aviso del cura, ya se han enterado los mozos
de la noticia y la pregonan al pueblo echando de noche la "empajada", que
consiste en un sendero de paja que une tres puertas, la de la casa de ambos
novios y la puerta de la iglesia.
Las vecinas de la novia ocupan un lugar importante en los preparativos de la boda, prestan sus cosas, en caso de que el ajuar doméstico de las dos familias sea insuficiente para todos los invitados. La boda supone, en primer
lugar, una serie de comportamientos religiosos: la madre del novio bendice
a su hijo para que Dios lo proteja al separarse de ella. A la ritualización
litúrgica sigue la fiesta exterior, la "juerga". El baile, los cohetes,
el derroche, los muchos invitados, el ruido es alabado por la gente y es
símbolo de prestigio ante la comunidad, a la vez que agradecimiento
y cariño de los padres hacia los hijos que se casan. Est derroche
supone un gran desembolso para las familias, de ahí que en algunos
casos, si se trata do familias más humildes, la boda se celebre
a un nivel interfamiliar únicamente.
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